Me voy despidiendo de Moreno y aparecen imágenes de lo que representa para mí ese lugar.
Cierro los ojos y me recuerdo de chica recorriendo
la guardia del hospital viejo. Yo conocí el hospital viejo. Viví en Moreno. Recuerdo
a mi hermana con un chichón en la cabeza, la estaban atendiendo. Una atención amable
en un momento de dolor.
Cierro los ojos y me recuerdo de adolescente
recorriendo la guardia del hospital nuevo, acompañando a mi padre para que sea atendido
por los médicos y enfermeros del lugar. Una atención amable en un momento de dolor.
En ese hospital murió mi padre. Recuerdo al
enfermero que se acercó, puso su mano en mi hombro, un gesto amable en ese momento
de gran dolor.
Luego de 15 años de trabajo en Moreno me voy
despidiendo.
Cierro los ojos y me recuerdo de adulta en el
primer día como concurrente de salud mental. Ahí, en el mismo hospital viejo
donde atendieron a mi hermana, me daban la oportunidad de dar mis primeros pasos
como psicóloga. Recuerdos amables para esos primeros momentos inolvidables.
Cierro los ojos y me recuerdo como psicóloga
en la guardia del hospital nuevo. Me recuerdo recorriendo los mismos pasillos, con
los mismos médicos y enfermeros que atendieron y vieron morir a mi padre. Me recuerdo
trabajando junto a ellos en silencio de mis emociones, respirando profundo, sabiendo
que ya me conocen y no me recuerdan, sabiendo que ese lugar conoce todo mi
dolor porque dejé lagrimas en esos pasillos.
Despedirme de Moreno es ya no recorrer esos
lugares que me vieron crecer siendo una niña, una adolescente y una adulta.
Despedirme de Moreno es agradecer por todo lo
que me brindó con sus gestos amables en los momentos más dolorosos, en los momentos
mas felices de aprendizaje y crecimiento.
Despedirme de Moreno es siempre volver.
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