Ser / grupo / mundo
Emana profundidades
del alma, el mar,
otea la mañana, el
susurro, en lejanas hojas de coníferas.
Escrito posterior al Symposium de la SEPTG, 2024
Mario Jorge Buchbinder
Médico, Psicoanalista, Psicodramatista.
Escritor, Poeta. Fundador y Director del Instituto de la Máscara junto con
Elina Matoso. Miembro fundador de la Sociedad Argentina de Psicodrama.
Mail: mario@buchbinder.com.ar
Resumen
Cuando el grupo susurra, hay armonía grupal, opuesta al ruido o al farfullar, incluso en grupos numerosos. El susurro es índice de funcionamiento grupal así como en el farfullar pierde sentido el grupo. Describo técnicas del trabajo corporal, dramático con máscaras. Hay fenómenos y conceptualizaciones expresados en la unidad y multiplicidad, la estructuración y la desestructuración, lo apolíneo y lo dionisiaco. Resalto la oscilación entre estos fenómenos y entre el susurro y el farfullar. La máscara está en la cotidianidad del ser humano y el poder usarlas llevan al juego, a ocultar y revelar. La máscara es el ser y éste se constituye en grupo, en relación con el otro. La máscara, el cuerpo y la escena son objetos y conceptos significativos que el coordinador puede tener en cuenta. Se entrelazan los discursos en la singularidad y la pluralidad.
PARTE I
Introducción
En este escrito me refiero a
experiencias y conceptualizaciones realizadas durante el simposium de la SEPTG
2024, y lo amplío a experiencias previas y posteriores.
Enumero brevemente las actividades
realizadas en el Simposium-
Uno fue el taller de apertura, otro la
relación con la ´Mascarada” y el tercero la presentación de mi libro:
“La escena desencontrada”. Cuyo subtítulo es: Psicodrama, Clínica, Teatro,
Poética, Psicoanálisis, Máscara
1 Ser y grupo
El grupo es uno de los modos de
existencia del ser en el mundo. No existe la posibilidad del ser, si no es con
otros. Desde la filosofía, Heidegger menciona el “ser con otro” (Mit sein).
Levinas se refiere al otro como base ética, esencial al ser de la ontología.
¿No se estará ya definiendo la pluralidad como un modo del ser y no como un
artificio?
El mundo es el interior de cada uno,
los otros del grupo, los que están por fuera del grupo, la comunidad, lo
sociocultural. Es el cuidado de sí y de los otros.
En la vida cotidiana el ser queda
oculto en la sociedad del espectáculo, del estímulo y de la mercancía; la
posibilidad de la desocultación es un aspecto del trabajo grupal.
Estar en grupo es entonces un modo de
hacerse cargo del ser de la subjetividad y es al mismo tiempo un modo, una
técnica, un dispositivo. Estar en grupo no es eclipsar al individuo, al ser, es
saber que siempre implica al otro. El grupo involucra la multiplicidad de
los universos de la singularidad, de los otros, de la comunidad.
El susurro del grupo implica armonías
en el hacer de éste.
El ocultar y el desocultar son
conceptos que desarrollo en este texto en relación a la máscara y a la
problemática de la verdad.
2. Conceptos integrados
Explicito en estas líneas conceptos que
fueron mencionados en elaboraciones generadas en esta escritura, otros fueron
desarrollados en el transcurso de mi vida profesional y como director del
Instituto de la Máscara. Estos tienen una cierta unidad en su diversidad.
Intento establecer relaciones entre ellos y con otros autores. La oscilación
entre los conceptos es una modalidad de mis elaboraciones.
En las conceptualizaciones sobre el
cuerpo, en el pasaje del cuerpo biológico al cuerpo erógeno implican en su
transcurso la representación de cosa y de palabra, el gesto, la protoescena,
la escena, la palabra, el texto. Freud en su proceso de elaboración, pasa del
cuerpo biológico, neurológico al cuerpo de la significación, trabajando sobre
la historia, hacia el cuerpo erógeno marcado por el deseo y por la cultura.
Tomamos del Diccionario del teatro de Patrick Davis la diferenciación que él
hace entre el gesto comunicacional y el gesto expresivo, el primero está unido
a gestos fijos, conocidos en el lenguaje comunicacional, el segundo son
creaciones de cada sujeto en particular.
Cuadro 1: Pasaje del
cuerpo biológico, al cuerpo erógeno y al texto
Cuerpo Biológico al Cuerpo Erógeno |
Representación de cosa |
Representación de palabra |
Gesto |
Protoescena |
Escena |
Mapa Fantasmático Corporal |
Palabra |
Texto |
Cuerpo Erógeno |
|
3 Reportaje a Trabajo en
lugares simultáneos.
Entrevista a Mario Buchbinder *
Incorporo un reportaje que fue
publicado en uno de mis libros
Entrevistador: ¿A qué se
denomina trabajo en lugares simultáneos?
Mario Buchbinder: Es una modalidad que en nuestro
Instituto, en estos últimos años, sintetiza una trayectoria de trabajo e
investigación con las máscaras, la escena, en lo corporal, en actividades
plásticas, en el juego, acerca de problemáticas grupales y desde la perspectiva
psicoanalítica.
E.: ¿Por qué “en lugares
simultáneos”?
M.B.: Es una denominación
técnica, con fundamentos teóricos. Tratamos, en la sesión, de incorporar
diferentes rincones de trabajo, a la manera de los rincones en las salas de
jardín de infantes.
Por ejemplo: un
rincón para trabajar con máscaras, otro para utilizar crealina, otro con una
bolsa de boxeo, otro para trabajo corporal. A partir de los lugares
simultáneos, cada paciente puede realizar diferentes actividades, en forma
independiente de los demás.
E.: ¿Cada paciente elige
el rincón?
M.B.: Cada uno elige el
rincón, después de un momento de comentario en el grupo. A medida que los
pacientes van llegando, se van incorporando a los rincones. Después de un lapso
de trabajo en los rincones, viene el tiempo de interacción, que es más
extenso.
Por ejemplo,
supongamos que alguien ha venido con una sensación de tensión en determinado
lugar del cuerpo: a partir de cierto tipo de movilización, la tensión se corre
a otro sitio corporal, y aparece una determinada fantasía; esto a su vez
posibilita el trabajo mediante una escena, de la cual a su vez se puede pasar a
otras.
E.: Esto parece implicar
sesiones prolongadas.
M.B. A veces es posible
trabajar con sesiones de cuarenta o cincuenta minutos, pero en general son
preferibles sesiones de dos horas. En todo caso, el TLS no es sólo una
modalidad técnica sino una manera de encarar la terapia: contribuye a que la
situación grupal no gire sólo alrededor de la problemática de uno de los
miembros, sino que las temáticas de las diferentes personas
puedan tener lugar en
la situación grupal, aun cuando no se encuentre una fantasía común. A veces,
encontrar la fantasía común se convierte en una preocupación superyoica del
terapeuta del grupo; si no encuentra la fantasía común, llega a sentirse
perdido en la sesión.
E.: ¿De qué manera el
simple hecho de trabajar en un rincón con algún material permite que cada
paciente se conecte con su problemática?
M.B.: Es un primer momento
muy valioso y significativo. Permite que cada uno encuentre su manera de decir
con qué fantasmática ha venido.
La fantasmática que
cada uno ha de inscribir en determinado momento de la sesión grupal queda
documentada a partir del trabajo en el rincón; esa documentación va a tener
mucho peso en el transcurso de esa sesión y aún de todo el tratamiento.
E.: En el caso de que
alguien llegue muy angustiado, ¿cómo puede plasmarlo en el TLS?
M.B.: Voy a dar un ejemplo.
Una vez, al comenzar una sesión con esta técnica, un paciente dijo que tenía
ganas de irse: le sujerí que trabajara alrededor de las ganas de irse.
E.: ¿De qué manera?
M.B.: Él preguntó si podía
escribir: le dije que sí. Escribió entonces un relato en el cual él se iba con
un coche por el desierto, el coche se detenía y él quedaba allí, perdido; y
protestaba: por qué había salido con un coche. Esto fue hace un año, y cada
tanto reaparece, lo seguimos trabajando: en ese relato manifestaba algo que
manifiesta respecto a su vida entera, siempre una queja, por qué habrá hecho
esto o lo otro. Y en aquella sesión, después, hizo un dibujo. Dibujó un
camino que se cortaba en un lugar preciso, en la sexta parte. Tratamos de
averiguar qué significaba el número 6 en su historia. Tiempo más tarde supimos
que algo se había cortado en su vida familiar, cuando él tenía seis años, con
el nacimiento de una hermana; apareció el tema de los celos, de la envidia. De
modo que, en el escrito y en el dibujo pudo expresar aspectos muy importantes
de su conflictiva para volcarlos al metabolismo de lo grupal. A partir de lo
que cada uno trabajó en los rincones hay un entrecruzamiento. Primero se les
propone que se desplacen por el consultorio, por el salón, sin
interrelacionarse todavía, metidos en sus propias fantasmáticas individuales:
cada uno, a partir de lo que ya trabajó, se mete en un personaje, con la ayuda
de máscaras o disfraces. Así se producen las interacciones, en distintas
escenas.
E.: En terapias de grupo,
cada paciente cuenta lo que le está pasando y después se trabaja sobre ese
material. En el TLS, el problema de cada uno se expresaría primero en los
diferentes rincones.
M.B.: Ante todo, en el TLS
no excluimos la palabra, que está presente en las actividades y en los
intervalos entre ellas. Damos, sí, mucha importancia a la imagen: a plasmar en
imágenes, mediante las diversas actividades, lo que le está pasando a cada
paciente.
Podría objetarse que
esto es una caída en lo imaginario: yo digo que es una subida a lo imaginario.
Quiero decir que si damos importancia a la construcción imaginaria es para dar su
lugar a lo real, para que lo real pueda inscribirse en esa sesión, a partir de
lo cual podrá desarrollarse la simbolización. La simbolización se da en la
interpretación del terapeuta, en el comentario de los pacientes, en el mismo
hecho de las reglas del juego. La práctica lúdica diferencia en sí misma lo
real de lo imaginario: cuando yo hago como que mato a alguien, no lo mato; en
esta diferenciación entre lo real y lo imaginario se sitúa el desarrollo de lo
simbólico.
E.: ¿El trabajo en los
rincones se instrumenta siempre al principio, o puede ser al final de la
sesión?
M.B.: Conviene ubicarlo al
principio, para que dé lugar a los desarrollos posteriores.
E.: ¿Qué lugar tienen en
el TLS las máscaras y lo corporal?
M.B.: El tema del cuerpo
está presente de manera constante en todo grupo, se trabaje o no con técnicas
corporales. Nosotros tratamos de darle lugar al cuerpo de diferentes maneras.
Por ejemplo, en una sesión de TLS, cuando se planteó el trabajo en los
rincones, se formó un subgrupo que prefirió hacer, en conjunto, Tai-Chi. Aunque
la consigna había sido trabajar individualmente, ellos prefirieron hacerlo así;
podríamos pensar que era un momento resistencial, pero lo dejamos correr, ya
que nos parece importante que las resistencias se desarrollen dentro de la
tarea. La idea de hacer Tai-Chi provenía de que uno de los integrantes del
grupo lo practica por su parte; hay un aspecto defensivo en esta práctica en
donde la actividad corporal es ritualizada, ordenada: no es que el Tai-Chi como
tal se reduzca a esto, pero así se ubicaba en el contexto de la sesión. Dejamos
entonces desarrollarse esa actividad, que en todo caso podría funcionar como
caldeamiento. Y los integrantes de aquel subgrupo fueron pasando luego a otros
tipos de trabajo corporal. Sólo uno, el que por su parte hacía Tai-Chi,
permaneció estructurado en esa sola actividad. Le propuse entonces que hiciera
un trabajo de desestructuración de los movimientos.
E.: ¿Cómo sería eso?
M.B.: Esa misma pregunta me
hizo él, que se sorprendió. Le dije, a partir de un movimiento en particular
que hacía con el cuerpo y con los brazos, que lo fuera desarticulando. Entonces
fue desarticulando una mano, luego un brazo, el hombro, hasta la cintura; desde
allí no pudo desarticular mas. Le propusimos entonces que, a la sensación a la
que había llegado mediante la desarticulación, le colocara una máscara y la
hiciera hablar. De este modo transformamos en escena un movimiento corporal. Y
él llegó a relacionar la imposibilidad de desarticular de la cintura para abajo
con el hecho de haber tenido que usar un yeso en la época de la pubertad; los
resabios del yeso seguían presentes en él. Y esto a su vez dio lugar a trabajos
ulteriores. Otra de las personas de aquel subgrupo había seguido haciendo
trabajo corporal, y en determinado momento se centró en las piernas. Empezó a
hacer diferentes movimientos con las piernas, me dijo que tenía tensión, me
preguntó qué movimientos hacer.
E.: A propósito, ¿qué
hace el terapeuta durante el trabajo en los rincones?
M.B.: Voy acercándome a
cada uno, les pregunto cómo están. Liliana, por ejemplo, me contesta: “Mirá,
estuve trabajando con las piernas y no siento nada...”. Entonces yo le propuse
que hiciera un recorrido tratando de percibir las estructuras óseas. Lo hizo
así, y cuando llegó a la zona del muslo dijo que no percibía nada: la
angustiaba no percibir el hueso. Hablando, surgió la posibilidad de dibujarlo,
o mejor, hacerlo con crealina. Hizo un hueso, el fémur, con crealina. Diría que
era un fémur perfecto.
Y después, en el
tiempo de entrecruzamiento, ella hizo lo que llamó una patizamba que iba
caminando. Fue interesante que hiciera un hueso porque ella tenía una hermana
que sufría una enfermedad celíaca, con trastornos en el crecimiento y
especialmente en el desarrollo de las piernas. A partir de determinada edad, la
hermana se desarrolló bien, pero seguramente, en la fantasía familiar existía
una hermana deforme, y la paciente tenía el temor de quedar así.
E.: Por lo que contás me
parece que, aunque el paciente transite distintos rincones, en casi todos hay
una aproximación a lo corporal.
M.B.: No siempre. En el
paciente del ejemplo anterior, que había escrito una historia, la aproximación
no era por lo corporal. Hay pacientes que optan, alternativa o sucesivamente,
por modelar con crealina, dibujar, utilizar máscaras. En todo caso cuando se
trabaja con crealina suele tratarse de proyección del cuerpo.
E.: Con máscaras, ¿qué se
puede hacer en TLS?
M.B.: La construcción de
uno o más personajes.
E.: ¿El personaje se
construye a partir de lo que el paciente siente en el rincón que eligió?
M.B.: Uno de los rincones
es de máscaras, allí el paciente se prueba sucesivas máscaras. Claro, vamos a
perder muchas de las cosas que ha sentido y pensado al probar cada máscara: a
veces después le pedimos que escriba sobre lo que ha experimentado.
E.: Después, construye el
personaje.
M.B.: Doy otro ejemplo. En
una sesión prolongada, Juan hace un personaje que está como perdido en una
isla; después, uno que golpea con un palo, y después hace una serie de dibujos:
dibuja un hacha, un tipo sonriente, un tipo perdido en una isla, y finalmente
hace un relato. Con todo eso aporta un material muy amplio para trabajar. Y
estos materiales luego se explicitan de diversas maneras en el momento grupal,
ya sea por entrecruzamiento de los personajes o por las escenas que van
surgiendo. En la segunda parte de esa misma sesión prolongada se trabajó con
telas y elásticos: al trabajar todos con un solo elástico, apareció el placer
de romperlo, que aludía a romper el encuadre, romper al terapeuta, finalmente
matar al padre, fantasía que, con diferentes simbologías, había aparecido en
cada uno de los pacientes.
E.: A esta altura de lo
que venimos hablando, ¿cómo resumirías las ventajas terapéuticas de esta
técnica?
M.B.: A mí me parece que
acelera el proceso terapéutico.
En todo caso crea
mejores condiciones para la significación de los distintos conflictos, tanto en
cada paciente como en el nivel grupal. Me parece que el TLS crea un continente
para que lo inconsciente, lo reprimido, lo difícil de manifestar, pueda
expresarse.
En estos grupos se
crea una especie de pauta cultural que permite y facilita la expresión de
conflictos significativos de cada participante.
E.: ¿Cuáles son los
fundamentos teóricos de esta modalidad terapéutica?
M.B.: Es una terapia con
encuadre psicoanalítico, a condición de redefinir qué es psicoanálisis y qué es
encuadre. La imagen del psicoanálisis parece consistir en un diván, un paciente
tirado en ese diván, y un psicoanalista tirado en un sillón detrás de ese
diván, totalmente pasivo. Esto es un formalismo; esencialmente, es un
formalismo defensivo frente al carácter transformador, revolucionario,
subversivo, que tiene el psicoanálisis.
Quienes sustentan esa
visión se proponen como los mayores defensores del psicoanálisis pero le quitan
su definición fundamental. Con esto no quiero decir que utilizar diván no sea
hacer psicoanálisis, sino, insisto, que definirlo en esos términos es caer en
un formalismo. El TLS es psicoanálisis en tanto trabaja con lo inconsciente,
con el deseo, con el amor, con el odio, con la transferencia. Un psicoanalista
argentino decía que el tema del psicoanálisis es fundamentalmente el amor y,
por lo tanto, también el odio: esos entrecruzamientos son hechos posibles en
este tipo de terapia.
E.: ¿Cuál es la relación
entre el TLS y el psicodrama?
M.B.: Le damos una
importancia muy grande a la dramatización y al trabajo sobre la escena; en este
sentido, el TLS está muy relacionado con el psicodrama. Como decía Moreno, su
creador, el psicodrama no es simplemente buscar un protagonista y hacerlo
dramatizar, sino que es romper con determinadas “conservas culturales”:
entonces, no tenemos por qué someternos a las formas que el mismo Moreno creó.
En el TLS lo psicodramático se une a lo corporal, a lo plástico, a la palabra.
Y quiero volver ahora al tema de las máscaras en su relación con la pregunta de
por qué TLS, “trabajo en lugares simultáneos”.
Tal vez el punto de
partida del TLS fue la tarea en grupo con máscaras sin ceñir: sobre la base de
una escena, los participantes van cambiando de máscaras, y esto produce de
hecho escenas simultáneas: pensamos entonces que estas escenas podían tener un
efecto potenciador de la terapia. Al mismo tiempo, el hecho de que una persona
vaya cambiando de máscaras hace presente una simultaneidad de aspectos del
sujeto, no sólo del grupo. Vemos que el trabajo con máscaras está muy imbricado
con el TLS, en cuanto a la dimensión desestructurante, desenmascarante de las
máscaras. Esto no quiere decir que quien participe en una sesión con máscaras
necesariamente se desestructure: somos respetuosos, y siempre existe la
posibilidad de que un participante se limite a mirar o se limite a trabajar con
una sola máscara. En estos trabajos es muy importante la continencia.
En la sesión, el TLS
contribuye a romper la unidad temática para privilegiar el polimorfismo, la
multiplicidad de escenas; concretamente, es posible atender a distintos
aspectos del sujeto y del grupo. Como diría Julia Kristeva, se trata de lo
carnavalesco, en el sentido de recuperar la dimensión creativa de la actividad
carnavalesca.
E.: ¿No asusta a los
pacientes el hecho de trabajar con máscaras?
No es lo conocido, en
general estamos habituados a otros tipos de terapia.
M.B.: No es tan seguro que
no sea conocido: desde hace muchos años venimos desarrollando esta actividad.
En todo caso, si el paciente prefiere no trabajar con máscaras no lo hace. Y
hay pacientes con los que yo nunca utilicé máscaras, ni las utilizaría: cuando
uno moviliza, siempre hay que saber hasta dónde, y hay que tener el continente
para esa movilización. Esto es válido para pacientes psicóticos y también para
los neuróticos.
Es cierto que, con
pacientes neuróticos, la tarea suele apuntar a desestructurar determinados
mitos en los que se sienten encerrados; con el psicótico, al revés, estimo que
la terapia debe ser constructivista: es posible utilizar máscaras, pero más
bien para ayudar al paciente a reconstruir determinadas redes rotas o nunca
construidas en su historia.
E.: ¿Qué clima suele
haber en sesiones de TLS?
M.B.: Depende de los
momentos. Cuando están todos trabajando en los diferentes rincones, hay un
clima de trabajo muy intenso, diría que es un clima mágico: las fantasías de
cada paciente van apareciendo de manera tal que el consultorio se transforma en
una especie de caja mágica, la sesión llega a presentarse como un caleidoscopio
de fantasías, máscaras, imágenes, que no se pierden y pueden metabolizarse de
distintos modos. Y se ofrece la posibilidad de situar aspectos muy íntimos, de
crear imágenes para esta intimidad; en el grupo se genera mucho respeto por el
tiempo, por la imagen. Por ejemplo, una paciente que trabajó con crealina en un
rincón hizo un cuerpo desnudo, pero tuvo temor de mostrarlo y no lo mostró: se
respetó el hecho de que no quisiera mostrarlo. Guardó su material, después lo
comento y luego de varias sesiones, pudo mostrarlo.
E.: La imagen tradicional
de un grupo es por lo general la de un círculo; en el TLS, cuando los miembros
del grupo van a los rincones, generan una imagen de grupo distinta.
M.B.: Sí, se amplía el
círculo. Por una parte, el pequeño círculo se fragmenta, hay una dimensión de
fragmentación. Pero también hay una ampliación; no sé si el círculo se conserva
o si se convoca otra figura, y la unión se da por la simultaneidad en la que
todos trabajan.
E.: En todo caso, después
hay un momento en que el grupo restituye el círculo.
M.B.: En el curso de cada
sesión hay distintos momentos. El círculo del hablar, del reflexionar, tiene
que estar, es imprescindible. De todos modos, no es posible contar todo. Al
estilo de la caja negra a que hacen referencia los comunicólogos, hay una
dimensión de la cual no se sabe qué pasó. No se puede recuperar todo, pero en
cada sesión es posible inscribir lo sucedido de distintas maneras, y
recuperarlo en imágenes y palabras. Yo diría que hay un pequeño círculo y un
gran círculo. Se genera un gran círculo que es de mucha continencia, una
especie de imagen uterina que permite crear diferentes juegos. Pero, además de
esa función materna, tiene lugar la función paterna. Si la función materna es
permisibilidad y posibilidad de desarrollar los aspectos que en cada uno
requieren desarrollo, la función paterna hace posible la discriminación y la
simbolización de aquello que, primero, se plasmó en imágenes.
Mario J. Buchbinder:
Poética del desenmascaramiento, 2ª edición 2008; 1ª edición 1993, Edit Letra
Viva, Bs. As.
Comentarios “a posteriori” del
reportaje, acerca de Trabajo en lugares simultáneos 5 9 24
Luego de años de haber desarrollado el
TLS y de tomar en cuenta la multiplicidad, vuelvo a reflexionar acerca de la
materialidad de los grupos. Una de las virtudes fue acentuar esa mirada
winnicottiana del juego y de los distintos modos de expresión. Al incluir como
modelo el jardín de infantes es recurrir a esos tesoros de la infancia que cada
ser humano tiene y poder recuperar ese polimorfismo del cual hablaba Freud, en
el camino de la cura.
En esos años el fundamento teórico
venía del psicoanálisis, el psicodrama, de Kristeva y Bajtín especialmente en
relación al carnaval, a la carnavalización de la cultura, pero luego el tema de
la multiplicidad lo fui desarrollando con algunos textos de Deleuze, Badiou y
de Agamben. Por otro lado no sentí que denegaba del psicoanálisis sino que era
el modo particular que tenía de pensarlo y practicarlo.
Por otro lado, como modelo siguió
estando el poder ampliar los campos de la práctica, poder construir
determinadas metáforas que dieran explicación a algo de lo real que ocurría en
las sesiones y el basamento de la riqueza de la infancia.
Luego reafirmé que la multiplicidad no
se juega solamente desde la técnica, sino en la más simple situación de la
práctica grupal, psicoterapéutica, psicoanalítica. Hay momentos de la escucha,
de la escucha de la multiplicidad y del poder armonizar esos orígenes diversos.
El tema de la heterogeneidad se me hace
presente no sólo en el campo de la cura sino también en la poesía y en mis
escritos y puestas teatrales. Ya que hay una heterogeneidad en los distintos
géneros y en cada uno de ellos, por ejemplo, en el modo de la construcción de
un poema o de una escena.
La pregunta por el psicoanálisis no la
respondería de igual modo que en ese momento del reportaje. Me pregunto si el
estilo de la pregunta no está teñido del dogmatismo que se siguió transfiriendo
en el curso de los años después de la creación de Freud, del dogmatismo
represivo acerca de lo que uno/a, es o no es.
Reflexiono acerca de ese tipo de preguntas
y habilito un interrogante sobre qué es, en todo caso, el psicoanálisis o
cuáles son los fundamentos teóricos y clínicos de las afirmaciones de un
psicoanalista o de un psicoterapeuta. Me defino como un psicoanalista, por
fuera de esas presiones ideológicas, en la búsqueda de lo que Barthes llamaba
un texto mutante.
Identidad y psicoanálisis, la pasión
por la identidad y por la pureza ideológica suelen borrar lo instituyente
versus lo instituido del psicoanálisis, es el peligro de desatar una pasión
superyoica que impide el amor a la lectura, al texto, a la práctica y a la
crítica.
Continuara en este blog
Comentarios
La armonía del texto y algunas de sus líneas melódicas me llevaron a un poema que escribí hace tiempo y que comparto, porque siento que está en una tonalidad similar, que le hace lugar a la disonancia...
La voz como rastro que sale
de una botella
¿lámpara de Aladino
cántaro,
cuenco
sinfonía…?
Ruidos que provocan confusas sensaciones,
siempre es difícil la deriva.
La voz, huella incandescente,
vértigo de mí
(y de lo otro).
Me pregunto qué sabrán de nosotros,
los espejos
húmedos
del mar;
si total se evaporan con el sol,
forman nubes de tormenta,
caen en gotas,
atraviesan entrañas de la tierra.
Con un poco de suerte llegan
a los surcos,
a la raíz o a la semilla,
y otra vez a comenzar.
Ciclos infinitos. Azar en torbellinos.
Pérdidas. Ocasiones de cobijo.
Mientras tanto
¿Qué susurros en ese latir,
en esa ausencia de rumbos que,
sin embargo,
dibuja,
está dibujando,
recorridos?
Valeria Uhart
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