Lic. DÉBORA BLANCA
Directora de Lazos en juego
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Cada momento histórico, en función de sus paradigmas, mandatos, ordenamientos y todo el caleidoscopio de significaciones, produce sus cuerpos sociales, las subjetividades de su época, con sus interrogantes, malestares y bienestares.
Cada momento histórico produce entonces sus afecciones en tanto disfraces. Por ejemplo, con Freud y la época victoriana, época donde primaba la represión de lo sexual, por nombrar una característica, las histerias de conversión eran moneda corriente. Lo reprimido, para emerger, debía encontrar disfraces, y con esos disfraces el genio de Freud tejió y tejió. Y parió el Psicoanálisis, y el Psicoanálisis nos parió en un mundo herido en su narcisismo, herida que nos dice: "Siempre existirá lo inaccesible, lo imposible, lo incurable, lo inasible. Pero bueno, burrumí, con eso tendrás que vivir y ser leal a tu deseo".
Siglo XXI, y otra que Cambalache! Internet, redes sociales, IA, mundo virtual (no olvidemos la pandemia) y todos los etcéteras.
Nos venden que nada es imposible, que podemos lograr todo lo que queramos, que la vida es cuestión de méritos. Que se debe ser transparente, nada de secretos ni intimidades. Que se debe vivir Ya, sino estás perdiendo el tiempo, y si hay algo pecaminoso en nuestro siglo es perder. Nada de conquistas ni conflictos en el amor, esas son toxicidades.
Estamos huérfanos de representantes, nadie es creíble por mucho tiempo. En un mundo de simetrías y homogeneidades, la autoridad tiene mala prensa; entonces ¿cómo ser padre/madre? ¿cómo ser hijo?
En este marco no debiera sorprendernos que los adolescentes apuesten a los juegos de azar porque ¿qué otras apuestas les estamos facilitando?
La ludopatía en nuestros chicos nos está interpelando. Despertemos.
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