"Máscara Balinesa" - Valeria Uhart

 




Reflexiones después de una clase de Psicodrama

Me “olvidé” de que atrás no había nada, eso. Después caí en la cuenta, horas

más tarde, mientras me duchaba en casa. Me había quedado dando vueltas

esa sensación inquietante que me provocó la máscara, para la cual no

encontraba las palabras más adecuadas, una especie de fascinación sin

nombre, una extrañeza que por momentos (y esto ya es una elaboración a

posteriori) la relaciono con lo “ominoso” freudiano, pero no sólo…había “algo”

bello en esa fealdad, algo que me atraía y hacía preguntas…no termino de

entender…

Y después, esta sensación de que, durante el trabajo de interacción propuesto

con la máscara, me había “olvidado” de que no había nadie detrás, de que

atrás de la máscara no había nada. Y volvieron entonces unas palabras que

habían circulado, quizás en el trabajo con la máscara, con esa máscara y en

ese momento, algo de lo real se había hecho presente, y quizás algo de la

fascinación, el misterio y la extrañeza tenga que ver con esto. “Lo real” como

aquello que escapa a la significación, lo que queda por fuera del significante…

¿lo real como la nada? ...en el sentido de que nada podemos decir sobre “eso”

…”la cosa” …y quizás como nada se puede decir sobre eso es justamente que

se abre el camino para la metáfora, y a partir del trabajo de metaforización la

nada se convierte en un vacío posible, habilitando el juego de la creación. Me

“olvidé” que atrás de la máscara no había nada, y quizás una de las funciones

de la máscara, como instrumento, sea la de venir al lugar de esa nada, y

metaforizar esa nada en un vacío que produce. ¿Hay algo detrás de las

máscaras que nos componen? Esta pregunta me quedó girando desde otro

trabajo…. y supongo que “no hay nada” detrás de estas máscaras, pero esto

en realidad abre la puerta para ir a jugar…

Por medio de la metáfora, un significante ocupa el lugar de otro significante, y

hay por esta misma operatoria producción de significaciones. “¿Cuál es el

aliento del mundo?” le pregunté a la máscara, que en ese momento había

perdido su condición de tal y había mutado en un personaje que “miraba con

la lengua y comía con los ojos”.

La máscara no contestó, menos mal…

“Y a veces,

pero muy de vez en cuando,

el alarido,

la luz que canta en un instante,

el preludio contundente de un acorde sostenido

y el silencio,

duende del aire que ríe.”

En este momento vuelven esos versos que escribí hace bastante, como si algo

tuvieran que ver con todo esto, hay veces en que tenemos la impresión de que

“algo” va a pasar, y después no pasa “nada”, detrás no hay “nada” , pero en

realidad no importa, porque en este tránsito “algo” pasó.

…qué lío.


Valeria Uhart

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