En su lejanía
No te detengas alma sobre el borde de esta armonía
que ya no es sólo de aguas, de islas y de orillas.
¿De qué música?
Temes alma que sólo la mirada
haga temblar los hilos tan delgados
que la sostienen sobre el tiempo
ahora, en este minuto, en que la luz
de la prima tarde
ha olvidado sus alas
en el amor del momento
o en el amor de sus propias dormidas criaturas: las aguas, las orillas, las islas, las barrancas de humo leñe? ¿O es que temes, alma, su silencio, o acaso tu silencio? Serénate, alma mía, y entra como la luz olvidada, hasta cuándo?
en este canto tenue, tenuísimo, perfecto.
Entre Ríos
Es tan clara tu luz como una inocencia
toda temblorosa y azul.
Tu cielo está limpio de humo de chimeneas
curvado en una alta
paz de agua suspensa.
Y tus ciudades blancas, modestas, casi tímidas,
ríen su aseo rutilante entre las arboledas.
No hay en tu tierra gracias sorprendentes de líneas
—apenas si una suave melodía de curvas—,
pero tiene ella un
encanto de mujer, de sencilla, de agreste
belleza,
vestida de un silencio verde y feliz de campo,
toda húmeda de una alegría de arroyos,
con una cabellera densa de árboles libres.
Juan L. Ortiz
Juan L. Ortiz, 1896-1978. Poeta entrerriano. Juanele como lo llamaban con cariño, fue uno de los más grandes poetas de nuestro país. Algunos le consideran el gran poeta del Río de la Plata. Profundamente contemplativo y sensible en su poética. Conectado e inspirado con la naturaleza y en la historia vital de su pueblo, aalí desplegaba su arte, como un hombre simple. Siempre publicando en letra cursiva, y acompañado de sus cigarros con boquilla.
Leer a Ortiz es experimentar los arroyos que circulan, es estar en comunión con el viento, con la tarde, con el río, con la luna, y los árboles, con la serenidad de los campos y el perfume del aire...
La Biblioteca Vigil de Rosario reunió la poesía completa de Ortiz en tres volúmenes, bajo el título de En el aura del sauce, que incluyó tres poemarios hasta entonces inéditos, El junco y la corriente, La orilla que se abisma y El Gualeguay. Este último, su poema más extenso, de 2639 versos, es, a la vez, una narración de aquel paisaje y de los sucesos históricos y económicos que se produjeron en las riberas de uno de los ríos de la provincia de Entre Ríos.
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