"Quebraduras Osteosociales"
Elina Matoso
(Publicación original en Revista Kiné, en el año 2008).
"Hay fracturas políticas, culturales, religiosas, raciales, las hay de las que llevan siglos sin soldarse y otras leves que se reparan con otros discursos o nuevas recetas. Algunas se curan con besos, otras con yesos"...
Quebradura, ruptura, quiebre, fragmentación... Son muchos los sinónimos de fractura, y cada uno despierta distintas resonancias.
Recupero este artículo escrito en el año 2008 y publicado en la revista Kiné, en el Nº85 ya que evidencia la actualidad del momento que vivimos. Me preocupa vivir en un mundo fracturado, perdido en equilibrios posibles, con los pies y las manos rotas y el eje de sostén desmembrado.
Me aterra nuestro país que ha transitado y transitado niveles de trituración ósea, y donde es cada vez más necesario ponerle hueso, corazón y sangre a la defensa del territorio que nos pertenece.
Pero quería referirme a una fractura en particular, la del sistema educativo que atañe a mi quehacer como directora de una Institución privada, que tiene dentro de su estructura una carrera oficial de la que soy Rectora. ¿Por qué puede interesar este tema a los lectores de Kiné? Porque ellos se aproximan a partir de sus páginas, a un cuerpo que puede reflexionar sobre las fracturas desde muy distintas perspectivas. En cambio desde las esferas oficiales sigue siendo muy difícil la inclusión del “cuerpo”. Rápidamente se encorseta “lo corporal” en dispositivos recreativos, de entrenamiento para la danza o el deporte, cuando se trata de esos y otros cuerpos de los que hablamos. Somos cuerpos humanos de huesos pensantes Las ausencias del cuerpo vienen desde los primeros años de escolaridad La cultura occidental testimonia la marginalidad en la que se ubica “el cuerpo”. El “comedor de huesos” representado por el consumismo tiende a no dejarle hueso sin pelar, especialmente a niños, adolescentes y jóvenes enfrentándose ante dos polos contundentes en la misma pantalla: por un lado todo es cuerpo producible y vendible y por otro, éste puede ser rápidamente descartable. Sin ser especialista en educación, pero al estar frente a profesionales, alumnos universitarios y terciarios día a día, puedo observar que su mayor desconocimiento está en su propio cuerpo, la ajenidad frente a la corporeidad. Lo consideran como algo impuesto (mandatos, destino, lugar del odio, de la provocación, de la indiferencia) y llenan las aulas, alumnos que vienen despojados de cuerpo, y en esta sociedad un cuerpo ausente o que desaparece bajo las marcas de objetos y prendas o bajo las marcas de la historia vivida resultan muy preocupantes. Fortalecimiento del campo de “lo corporal” De más está decir que hace más de sesenta años este campo que implica otra mirada sobre la corporeidad viene fortaleciéndose y enriqueciéndose con los aportes de muchos profesionales y se ha desplegado con solvencia y continuidad en instituciones, escuelas, cárceles, clubes, talleres en el interior y en el exterior del país. El accionar es cada vez más preciso y potente con inserción en diferentes niveles del área de la salud, el arte y la educación. A su vez el nivel de articulación teórica conceptual en libros, publicaciones, documentación y casuística aplicada dan cuenta de su amplitud y expansión. Ya no es un campo incipiente, sino preciso, insertándose en espacios interdisciplinarios de diferentes órdenes, que redunda en cambios favorables en la salud, beneficios en el aprendizaje, y aportes importantes en el área artística. Pero… la mítica escuela heredera de los maestros que fue modelo de formación en otros momentos históricos, no puede aún concebir el cuerpo como constituyente de la integridad de la persona; es más, no lo puede tolerar como entidad, ya que implicaría dar lugar a otra concepción del ser y del saber, de la violencia y la destrucción, del aprendizaje no ejercido sobre el disciplinamiento sino por el contrario, centrado en la integridad, la expresividad, la grupalidad y la creatividad humana.
Concebir al ser humano definido en el conjunto de las relaciones sociales desde y en un: “Cuerpo que es el lugar de anclaje de los atravesamientos personales, históricos, filosóficos, económicos, políticos, educativos, artísticos, psicológicos, físicos, culturales “es construir hueso a hueso otro esqueleto habitable"
Me refiero en este párrafo a la Carrera Terciaria de Coordinador de Trabajo Corporal que se fundó en el Instituto de la Máscara, de la que fui rectora y que razones personales, institucionales y sociales llevaron a su cierre definitivo después de 13 años de funcionamiento. Estos ejes temáticos son los que actualmente se desarrollan en las distintas formaciones del Instituto ya Los grupos son lugares de fracturas, podríamos decir que la vincularidad siempre incluye dinámicas que pueden fracturarse con mayor o menor intensidad. Importa diferenciar fractura de ruptura. Una ruptura en lo vincular no tiene tan accesible la posibilidad de ser reparada, de juntarse y unir sus piezas, en cambio una fractura puede reconstruirse, soldarse, unirse de alguna manera las partes separadas.
En un grupo de trabajo corporal que da lugar a la conformación de vínculos entre sus miembros, se transita siempre por etapas de mayor o menor fragmentación. Podríamos relacionar la fractura con los diferentes niveles de integración.
Hay grupos que no toleran la más mínima fragmentación, que en general son más cerrados y regresivos, otros en cambio pasan por integraciones y desestructuraciones según múltiples factores. Desde la coordinación se requiere una observación constante de cuál puede ser el lugar más débil donde puede ocurrir una fractura como síntoma de zonas más expuestas que otras. Y ser conscientes de que no siempre estos quiebres suelen tolerarse por el coordinador o por los miembros de un grupo, pero también podríamos decir que esos momentos suelen ser de crecimiento, de cambios donde coordinador y grupo transitan una nueva reparación de aquello que se había quebrado.
En un grupo de formación de Coordinador de Recursos Expresivos, Rodrigo llega con un yeso en su pierna producto de una caída que le produjo la fractura de la tibia. En ese encuentro estaba planificado que en la hora final dos miembros del grupo ensayaran la coordinación de un taller que realizarían más adelante. Crisis general, ¿Qué hacer, incluían o excluían a ese integrante con un yeso? La música para el taller no era posible de implementar con alguien lastimado. En el momento de trabajar de a dos, Rodrigo ¿con quién trabajaría?, nadie iba a querer compartir con él. Estas dudas plantearon con angustia las múltiples variables que podían suceder y la ductilidad y límite de contención que puede asumir el que coordina. Desde ya el tema resultó riquísimo para analizar el lugar del diferente, la discriminación, el temor a exponerlo a otra caída etc., etc. Decidieron entre todos ensayar la práctica dándole a Rodrigo un rol de observador. Lo paradojal fue que en un encuentro posterior, (Rodrigo continuaba con el yeso y se conformó una dinámica de trabajo acorde con la “pata dura”) Ingresa Tomás, ágil, lindo, músico, seductor, se incluye sin problemas. Pero poco a poco su actitud, postura, movimiento empiezan a dar cuenta de alguien “enyesado” envuelto en una estructura impenetrable y estereotipada. Portaba la máscara del “bueno y conciliador” pero comenzaron a resonar en el grupo “micro fracturas” de desconfianza, dudas, seducciones que iban desmembrando a los integrantes más que el yeso de Rodrigo. La historia sigue…. Pero tal vez lo interesante sea la dimensión e importancia que se le da en un grupo a los yesos reales o a los actitudinales que pueden quebrar un proceso grupal. sean de Clínica Corporal, de recursos expresivos, de Psicodrama…
El trabajo corporal como carrera ¿Una Carrera oficial de Coordinador de Trabajo Corporal que jerarquiza el cuerpo? ¿Cuál es su destino? Alumnos y egresados enfrentan un cuerpo social educativo segmentado desde hace décadas, siglos, donde la fractura no es registrada, no figura en su currícula ancestral.
Cómo revierten desde esta perspectiva una polaridad recurrente como: pensamiento versus acción. Cómo replantear la relación entre pensamiento producido y pensamiento a producir y acción como equivalente a poiesis, que supone un hacer, un estimular el acto creativo, producir junto con, desde una perspectiva de la grupalidad, un “posible poner el cuerpo”, es decir motivación, deseo y apropiación para accionar en la sociedad en que vivimos. Después de más de diez años de dar sostén a esta formación, podemos decir que implica subvertir un orden enquistado en la fractura. Pero no imposible.
El juego, la imagen, las escenas, las máscaras, las rondas grupales, los análisis de textos, las producciones monográficas, las diferentes técnicas van colocando la dimensión de sostén en otra corporeidad.
Cuando los alumnos o egresados realizan un taller o participan en una pasantía, van con la mochila de objetos, cañas, papeles, pelotas, telas que no son más que otras agujas e hilos para hilvanar las partes desmembradas. Es formar, para reparar quiebres, es transmitir una ideología de apropiación del sí mismo para constituirse como ser humano que requiere fuerza, paciencia, capacidad de frustración, y una potencialidad creativa para entrometerse en esas fisuras que se le filtran al sistema educativo para dar lugar a un accionar diferente, de responsabilidad civil, de reconstrucción, es decir de producción de un esqueleto osteomuscular posible de moldear un esqueleto educativo sensible, acorde con el medio social. Si estuviéramos en la década del sesenta diríamos ¡Qué valientes!
Hoy en el siglo XXI, después de las grandes crisis sufridas, me animo a decir, más que valientes, que tarea pequeña y constante que requerirá del empeño y el enhebrado minucioso de generaciones que se respeten cada vez más a sí mismas. Estos rumbos de formación si bien son complejos no dejan de privilegiar un saber del cuerpo más humano y menos entregado al rompedor de huesos que se suele encontrar en cada esquina.
Nota: (Aquí la edición de Kiné actual, que incluye al artículo original de la autora).
https://www.revistakine.com.ar/wp-content/uploads/2024/10/Kine-164.pdf
Elina Matoso es escritora, Licenciada en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Es Directora del Instituto de la Máscara. Coordinadora en las formaciones de de Clínica Corporal y Arte. Ex Profesora Titular en la Carrera de Artes UBA. Ex Rectora de la Carrera Terciaria Oficial de Coordinador de Trabajo Corporal.
Es autora de numerosos libros: "El Cuerpo territorio escénico", "El Cuerpo territorio de la imagen, entre otros, y de "Las Máscaras de las Máscaras" y "Mapas Del Cuerpo, Mapa fantasmático corporal" en coautoría con el Dr. Mario Buchbinder.
Además es una gran docente que apoya y estimula el trabajo personal de sus alumnos, su autoconocimiento y creatividad.
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